

La situación política en Santo Domingo Este es alarmante. Mientras los ciudadanos enfrentan la destrucción acelerada de su entorno urbano y social, los partidos de oposición parecen más enfocados en congresos internos y proyectos personales que en las verdaderas necesidades de la población. Esta actitud refleja una profunda apatía política, donde la ciudad se desintegra mientras los partidos se entretienen con luchas internas.
Es inaceptable que, mientras la infraestructura de la ciudad se desmorona y el respeto por las fechas patrias y los símbolos nacionales desaparece, los partidos opositores se centren en disputas internas y eventos de corte personalista. En lugar de abordar los problemas reales como la inseguridad, el deterioro de las calles y la falta de servicios básicos, los líderes opositores se ocupan de proyectos vacíos, construyendo imágenes de grandeza que no benefician al pueblo.
Este comportamiento refleja la falta de visión colectiva y de cohesión dentro de los partidos. En lugar de comprometerse con el bienestar de la ciudad, se dedican a la megalomanía. Mientras la ciudad enfrenta desafíos profundos, estos partidos se centran en el protagonismo personal, ignorando las necesidades urgentes de la población. La política local se ha convertido en un escenario vacío, donde se buscan titulares sin sustancia mientras los problemas fundamentales siguen sin resolver.
Además, el respeto por las fechas patrias, que deberían ser momentos de unión nacional, es totalmente ignorado. En vez de organizar eventos que promuevan la memoria histórica y el respeto a nuestros héroes, los partidos se enfocan en congresos sin contenido y en generar titulares vacíos. Mientras tanto, la decadencia social se profundiza, y los ciudadanos se ven cada vez más alejados de los políticos que, en lugar de representarlos, los ignoran.
No solo los partidos de oposición son responsables de esta situación. Los políticos del partido de gobierno también tienen su cuota de responsabilidad. Son incapaces de reclamar al alcalde por las cancelaciones masivas de militantes, el no pago de prestaciones laborales y el desdén con el que han tratado a los trabajadores. Los regidores oficialistas, en su mayoría, parecen cómplices de lo mal hecho, sin fiscalizar ni cuestionar las decisiones que perjudican a los ciudadanos. La falta de acción de todos los actores políticos, tanto opositores como oficialistas, refuerza el caos social que vive Santo Domingo Este.
La política en esta ciudad se ha convertido en un circo de intereses personales, mientras la población sigue esperando un cambio real. Es hora de que los partidos políticos asuman su responsabilidad y dejen de jugar al espectáculo, y que se comprometan con los problemas reales de la gente.

